martes, 22 de febrero de 2011

LA HUERTA . Versión II

         En un extremo de la huerta, junto al muro de hormigón, crecían los tomates. El rojo brillante de su piel contrastaba con la superficie rugosa y opaca del cemento. Nuria se dispuso a arrancar unos cuantos para la ensalada, con cuidado de no estropear las tomateras. El primero estaba tan maduro que se deshizo entre sus dedos. Olía a podrido y lo tiró, asqueada.

         No tenía ni idea del tiempo que había pasado junto a la pared hasta que la llamó su abuela. Notó un enorme sofoco y dolor de brazos. Tenía las manos rojas y arañadas, y el interior de las uñas lleno de semillas. El muro estaba teñido de rojo con grumos como sangre coagulada. Esparcidos por la hierba, yacían trozos de piel de tomate que habían sobrevivido al destrozo.

        Se volvió y atravesó las plantas, ahora huérfanas de fruto. La abuela le palpó la cara. “Sufriste un golpe de calor, nena”, afirmó. No tuvo fuerzas para contradecirla y dejó que pasara el brazo por sus hombros como la garra de un águila sobre su presa.

        Callada, Nuria subió a su habitación, se recostó sumergiendo la cara en la almohada y dejó que sus sueños la llevaran lejos de ese cansancio que la agobiaba después del episodio de las tomateras.
       Trató una y otra vez de conciliar el sueño sin conseguirlo, pues cada vez que apretaba los ojos intentando dormir, percibía esa sensación roja de deshecho que le había quedado en las manos. 
         Sin abrir los ojos comenzó a sentir un aroma a tomate fresco, inquieta, se levantó de un brinco y corrió al espejo. Quedó muda ante la imagen que reflejaba, su piel de un rojo brillante y sus cabellos enraizados le hicieron saber que de algún modo las semillas del tomate incrustadas en sus uñas habían germinado en su piel.
        Pasaron algunas horas antes de poder parpadear, sin poder gritar. A lo lejos se escuchaba la voz de su abuela.
       Nuria entonces bajó la mirada hacia sus manos, revisó su piel partícula por partícula y después de un gran suspiro, pensó que su imaginación la puede llevar a mundos fantásticos.

3 comentarios:

  1. Muy bueno, me gustó mucho, las pasadas que nos juega la mente, y los tomates... un beso.

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  2. Qué clase de tomatera más armónica. Quedó muy bien de veras. Tiene cosas los caminos de la fantasía y la imaginación.

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